Las tarjetas navideñas fueron inventadas por sir Henry Cole. En el año 1843 encargó a John Calcott Horsley que le pintara una escena navideña y reproducirla en una imprenta, para escribir luego en ella deseos de felicidad, firmarlas y enviarlas a los amigos y familiares. Horsley hizo 1.000 tarjetas y, las que no utilizó Cole, las vendió a un chelín cada una. Eran unos grabados coloreados a mano que representaban una familia que brindaba por sus amigos ausentes. La imagen fue criticada por muchos puritanos, que decían que fomentaba la bebida. En 1862 se empezaron a imprimir tarjetas navideñas de serie, que fueron un éxito inmediato. En 1893 la costumbre recibió la confirmación real cuando la Reina Victoria encargó 1.000 tarjetas a una imprenta británica.